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Caminos alternativos III - Contadores asesores en industrias creativas

Publicado el 27/01/21

No es común asociar a la profesión de contador con las industrias creativas. Pero músicos, escritores, editores, cineastas y demás actores de esas actividades, tanto si hacen de ella un medio de vida como si es un camino alternativo, no se llevan demasiado bien con las cosas más concretas como costos, facturación, punto de equilibrio y parámetros del monotributo. Y esos son los temas en los que nos especializamos como contadores.

¿Cuánto tengo que vender para cubrir los costos de impresión? ¿Cómo hago para garantizar que podré reimprimir en un contexto de inflación sin cobrar mucho más que las otras editoriales independientes? ¿Cuánto me queda de la venta de cada libro? ¿Cómo competir y hacer sinergia al mismo tiempo para optimizar la llegada a la mayor cantidad de eventos? ¿Me conviene el monotributo o ser IVA exento e inscripto en ganancias? ¿Cómo armo un proyecto que parezca sustentable para ganar un subsidio? ¿Cómo cumplo los requisitos de los programas de fomento?

Un profesional en ciencias económicas puede contestar estas preguntas y más, ayudando a volver sustentable un emprendimiento relacionado con industrias creativas (en el ejemplo corresponde a editoriales, porque son la especialidad de la casa).

Me encanta leer y me encantan los libros. En casa siempre hay lugar para uno más. Amé trabajar en una editorial en mis épocas de relación de dependencia. Hablar con un autor, un ilustrador, un editor es para mí moverme en terreno explorado, conocido y amado. Es hablar con alguien que hace algo que me resulta valioso. Ofrecerles mis servicios profesionales es ayudarlos a maximizar un margen de beneficio que no suele ser muy grande y sentirme parte de un proceso que produce placer en forma de lectura. 

Por otro lado, editores, autores, ilustradores, distribuidores y demás integrantes de la cadena de valor editorial sienten que hablan con alguien que conoce de su actividad, que entiende las pasiones que los mueven a seguir, que puede hablar su mismo lenguaje, entenderlos y hacerse entender.

Llegamos al mundo de editores independientes, casi jugando. Mi socio-hermano queriendo hacer algo más, yo tratando de reconciliarme con la profesión independiente que me daba flexibilidad, pero pocos desafíos. Y armamos un proyecto editorial para una asignación estímulo de la provincia con el que llegamos a la selección final y perdimos por diferencias de criterios en la línea editorial que habíamos planteado. Pero nos mostró una necesidad no cubierta.  

Conceptos como cadena de valor, multiplicadores, costos fijos y variables y rotación de inventarios, registro de marca, opciones al monotributo, exenciones a los derechos de exportación no eran conocidos y utilizados en el mundo de las editoriales de historietas independientes de la ciudad. Además, no accedían a los innumerables programas de fomento porque no sabían como armar una carpeta de proyecto con todo lo solicitado. 

Cualquier actividad en la que se invierta dinero y tiempo y produzca un bien o servicio destinado al mercado necesita un seguimiento de esos recursos, para poder continuar produciendo. Ahí tenemos un vasto campo de acción como profesionales, pero no siempre hablamos un lenguaje "amigable" para quienes los producen. 

El desafío, como plantea Simon Sinek, es encontrar el por qué de lo que hacemos. Si no puedo escribir o editar libros, que disfruto, puedo asesorar a quienes los editan, facilitándoles el camino. Ayudar a los músicos con las innumerables etapas de un proyecto que permite volver realidad un disco. Gestionar exenciones para los ilustradores que exportan sus servicios. Armar un cuadro de recursos y gastos consistente para la presentación de un proyecto que permita la producción en serie de una pieza de diseño. 

¿Qué los apasiona? ¿Dónde puede estar su por qué y su nicho?